jueves, 26 de noviembre de 2020

LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA

 


Se conoce como Semana Trágica a los sucesos ocurridos en Barcelona y otras ciudades de Cataluña entre el día 26 de julio y el 2 de agosto de 1909 .El detonante de estos acontecimientos fue el decreto del gobierno de Antonio Maura de enviar tropas de reserva a las posesiones españolas en Marruecos,en ese momento muy inestable , siendo la mayoría de estos reservistas padres de familia de las clases obreras ,los sindicatos convocaron una huelga general. 

España no se habría recuperado del golpe moral que supuso la pérdida colonial en 1898, de Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas, Islas Marianas e Islas Carolinas vive en un sistema político donde dos partidos el Partido Conservador y el Partido Liberal, se turnan en el Gobierno. La alternancia es organizada desde el poder mediante el reparto de escaños previo a las elecciones a través de una red de influencias denominada caciquismo que garantiza su cumplimiento y el pucherazo o alteración de votos en los resultados. 
En este sistema la monarquía ejerce un papel de arbitraje. El resto de los partidos políticos son marginados del poder y sólo consiguen representación en las zonas urbanas , donde el caciquismo es más débil y el control electoral  por tanto es más difícil. 
En Barcelona los embarques de tropas en el puerto comenzaron el día 11 de julio sin que se produjeran incidentes. Pero en la tarde del domingo 18 de julio cuando se procedía al embarque del batallón de Cazadores de Reus, integrado  en la Brigada Mixta de Cataluña, la tensión estalló. Algunos soldados arrojaron al mar los escapularios y medallas que varias aristócratas barcelonesas les habían entregado antes de subir al vapor militar Cataluña, mientras hombres y mujeres giraban desde los muelles :¡Abajo la guerra!Que vayan los ricos!Todos o ninguno!

La policía tuvo que hacer varios disparos al aire y detuvo a varias personas .Las protestas aumentaron en los días siguientes cuando llegaron noticias de que se habían producido gran número de bajas entre los soldados españoles enviados a Marruecos. 

 



El jueves 22 de julio los diputados de Solidaridad Catalana se hacían eco del Sentimiento Popular y exigían al gobierno la reunión inmediata de las Cortes para debatir la cuestión  de la guerra y las condiciones en que se practica el reclutamiento de las tropas expedicionarias.

El gobernador civil de Barcelona Ángel Ossorio y Gallardo prohibió la reunión de solidaritat obrera que iba a celebrar el sábado 24 de julio para confirmar la protest propuesta de ir a una huelga general por lo que fue un comité de huelga clandestino integrado por Antoni Fabra i Ribas un socialista que intento sin éxito que la movilización barcelonesa se pospusiera para que coincidiera con la huelga general que el PSOE y la UGT iban a convocar en toda España y que finalmente tendría lugar el 2 de agosto con poco seguimiento debido a las medidas represivas adoptadas por el gobierno que incluyeron la detención en Madrid el 28 de julio de Pablo Iglesias y el resto de la cúpula dirigente socialista José Rodríguez Romero sindicalista y Miguel V. Moreno anarquista en el que fijó un paro de 24 horas para el lunes 26 de julio el cual de generará en la Semana Trágica. 

El lunes 26 de julio en Barcelona la huelga se inició en los barrios periféricos dónde se encontraban la mayoría de las fábricas.  Allí se quemaron las casetas dónde se cobraban los odiados consumos. Después los obreros se trasladaron al centro de la ciudad donde se produjeron disturbios cuando intentaron detener por la fuerza los tranvías y obligaron a cerrar los comercios y los cafés.el capitán general de Cataluña Luis de Santiago siguiendo las directrices del ministerio de la gobernación de la cierva proclamó el estado de guerra a lo que se opuso el gobernador civil Ángel Ossorio y Gallardo que dimitió de su cargo su sustituto  fue Evaristo Crespo Azorín no llegará a Barcelona hasta el 6 de agosto de Santiago decidió esperar a recibir refuerzo desde Valencia y Zaragoza para empezar a actuar y se limitó a proteger los principales edificios públicos. Por la tarde se generalizaron los disturbios, en los que murieron dos personas, cuando los huelguistas intentaron detener completamente la circulación de los tranvías.

Además dos comisarías de policía fueron  asaltadas.
 Barcelona quedó paralizada, sin gas y sin luz, sin periódicos e  incomunicada con el exterior por ferrocarril, por telégrafo o por teléfono. Una manifestación encabezada por mujeres y niños fue disuelta a tiros en el Paseo del Colón frente al edificio de la Capitanía General. A medianoche ardió el primer edificio religioso el Patronato Obrero de San José, en Pueblo Nuevo, regentado por los hermanos maristas . 

La huelga y la revuelta se extendió una muchas localidades catalanas especialmente de las provincias de Barcelona y Gerona. En Sabadell, Mataró y Granollers tomó el carácter de una verdadera insurrección en la que se formaron juntas revolucionarias que proclamaron la República, se cortaron las líneas telegráficas y telefónicas y las vías de ferrocarril, se incendiaron edificios religiosos y se produjeron todo tipo de disturbios siendo los de Sabadell los más graves, en el asalto al ayuntamiento algunas de cuyas dependencias fueron incendiadas
 murieron 8 personas y 20 resultaron heridas entre ciudadanos y fuerza pública.
 Hubo incidentes en otras muchas poblaciones y se produjeron incendios de edificios religiosos en distintas poblaciones tales como Badalona, Premià de Mar donde también se proclamó la República, Manresa, y San Adrián de los besos en las comarcas de Barcelona y Palamós,Calonge y San Feliu de Guíxols en las de Gerona.

El martes 27 de julio se levantaron cientos de barricadas  y varias armerías fueron asaltadas para proveerse de pistolas y fusiles.  La violencia se dirigió contra las iglesias y las propiedades eclesiásticas, especialmente los conventos, los colegios y los patronatos de las órdenes religiosas. Ardieron muchos edificios religiosos , en la mayoría de los incendiarios se lanzaron al saqueo y al pillaje y se  quemaron muebles y enseres .El cura párroco de El Poblenou murió asfixiado en el sótano de la iglesia donde se había refugiado. El punto culminante de la violencia anticlerical se produjo durante la noche trágica en la que ardieron 23 edificios en el centro de la ciudad y 8 conventos en la periferia y muchos religiosos sufrieron insultos.

El miércoles 28 de julio Barcelona amanece con numerosas columnas de humo procedentes de los edificios religiosos asaltados e incendiados . A lo  largo del día continúa la violencia anticlerical y los tiroteos entre los insurgentes y las fuerzas de orden público.  Los incidentes más graves se producen en el barrio de San Andrés de Palomar donde los rebeldes armados con fusiles capturaron a los guardias de las casetas de  consumos y a miembros del Somatén, levantaron  barricadas e  incendiaron la iglesia parroquial. No obstante este día llegan los primeros refuerzos militares, provenientes de Zaragoza y de Valencia, a los que se les hizo creer que iban a reprimir un movimiento separatista.

Del jueves 29 de julio, al domingo 1 de agosto. 
Empezando por la zona de Las ramblas y el puerto unos 10.000 soldados fueron ocupando la ciudad de Barcelona mientras la moral de los insurgentes iba cayendo a medida que era conscientes de que la rebelión no estaba siendo secundada en el resto de España. Entre el viernes y el sábado la ciudad fue recuperando poco a poco la normalidad excepto los barrios de San Andrés y de Horta, donde continuaron los tiroteos y donde se produjeron los últimos incendios y saqueos de conventos y de colegios religiosos. El domingo volvieron a publicarse los periódicos . El lunes 2 de agosto los obreros barceloneses, a los que la patrona les prometió que cobrarían  el salario de la semana como si nada hubiera ocurrido, volvieron al trabajo. En otras localidades catalanas la completa normalidad no se recuperó hasta el jueves 5 de agosto.


El balance de los disturbios de la ciudad de Barcelona supone un total de 78 muertos (75 civiles y 3 militares) medio millar de heridos y 112 edificios incendiados (de estos, 80 eran edificios religiosos).
El gobierno Maura por medio de ministro de la gobernación Juan de la cierva y Peñafiel inicia de inmediato el 31 de julio una represión durísima y arbitraria. Se detiene a varios millares de personas,
de las que 2000 fueron procesadas, resultando 175 penas de destierro, 59 cadenas perpetuas y 5 condenas a muerte .Además se clausuran los sindicatos y se ordenó el cierre de las escuelas laicas.

Los cinco reos de muerte fueron Josep Miquel Baró, un nacionalista republicano ejecutado el 17 de agosto de 1909 en el castillo de Montjuic, como los otros cuatro; Antonio Malet  Pujol, un republicano lerrouxista, ejecutado el 13 de septiembre, Clemente García, el joven discapacitado mental que había bailado con el cadáver de una monja por las calles de Barcelona, ejecutado el 4 de octubre; Eugenio del Hoyo un ex guardia civil y guardia de seguridad ;  y el más conocido de todos ellos Francisco Ferrer Guardia pedagogo anarquista cofundador de la Escuela Moderna.
En principio los sucesos de lo que sería conocida como la Semana Trágica y la dura represión posterior no tuvieron consecuencias políticas. Sin embargo la percepción de rey comenzó a cambiar en septiembre sobre todo como consecuencia de la campaña internacional de protesta por la condena a muerte en un consejo de guerra de Francisco Ferrer Guardia, acusado de ser el máximo responsable de los sucesos de la Semana Trágica, y que finalmente sería ejecutado el 13 de octubre, a pesar de las peticiones de conmutación de la pena, una posibilidad que el presidente de gobierno, el conservador Antonio Maura,  ni siquiera se planteó.
La propia hija de Ferrer le envió una carta al rey Alfonso XIII pidiendo clemencia para su padre.







LA LLEGADA DE PRIMO RIVERA AL PODER

 

Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, Jerez de la Frontera, Cádiz, 1870 - París, 1930) Militar y dictador español. Procedía de una familia de militares ilustres, en la que había destacado su tío Fernando Primo de Rivera, marqués de Estella (1831-1921), héroe de la última guerra carlista, gobernador de Filipinas y varias veces ministro de la Guerra. Miguel Primo de Rivera ingresó en el ejército a los catorce años y desarrolló la mayor parte de su carrera en destinos coloniales: Marruecos, Cuba y Filipinas (adonde acompañó a su tío) fueron los escenarios que le permitieron ascender rápidamente por méritos de guerra, de manera que en 1912 ya era general.

Vinculado por su formación al grupo de militares africanistas, defendió sin embargo el abandono de las colonias norteafricanas, por lo que hubo de sufrir represalias políticas. Desde 1919 pasó a destinos en la Península, que le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la época: fue capitán general de Valencia, de Madrid y de Barcelona.

Desde este último puesto, que ocupó en 1922, se vio confrontado a los problemas de orden público de la ciudad en la época del terrorismo anarquista, del pistolerismo patronal, del auge del catalanismo, de la inestabilidad ministerial y de la descomposición del sistema de partidos. Como reacción, Primo de Rivera enarboló sus ideales militaristas, nacionalistas y autoritarios para dar un golpe de Estado en 1923, que puso en suspenso la Constitución, disolvió el Parlamento e implantó una dictadura (1923-1930).

Con la connivencia del rey Alfonso XIII y la aquiescencia de buena parte de la patronal, del clero, del ejército y de las fuerzas conservadoras, Primo de Rivera encabezó un Directorio Militar que concentró todos los poderes del Estado excluyendo a los políticos profesionales. Inicialmente encontró poca resistencia, en la medida en que venía a sustituir a un régimen desprestigiado y en que prometía una dictadura meramente transitoria inspirada en los ideales expresados por los regeneracionistas de comienzos de siglo (como Joaquín Costa), para restaurar el orden y desarraigar la influencia caciquil de la vida política (incluso los socialistas le prestaron una benévola neutralidad). Aunque formalmente se inspirara a veces en el modelo fascista de la Italia de Mussolini, su dictadura fue más moderada y conservadora.

Durante los años del Directorio Militar (1923-25) se limitó a perseguir a los anarquistas (cuyo sindicato CNT fue declarado ilegal), a liquidar la Mancomunidad de Cataluña (primer experimento de autogobierno regional), a desterrar de la vida política a los partidos y las instituciones representativas (sustituidos por tecnócratas conservadores, agrupados a partir de 1924 en la Unión Patriótica), a reforzar el proteccionismo estatal en favor de la industria nacional y a fomentar la construcción de grandes obras públicas. 

 

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martes, 24 de noviembre de 2020

LA BATALLA ANNUAL

La Batalla Annual, conocida en España como Desastre de Annual, fue una grave derrota militar española ante los rifeños comandado por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una redefinición  de la política colonial Española en la guerra del Rif.


La crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de las muchas que socavaron los cimientos dela monarquía liberal de Alfonso XIII. Así, los problemas generados por Annual fueron causa directa del golpe de Estado y la Dictadura de Miquel Primo de Rivera.


EL DESASTRE DE CUBA

La Guerra de Cuba tuvo lugar entre los años 1895 y 1898. Se produjo a causa de varios factores políticos, sociales y económicos. La mala gestión española sobre Cuba propició un creciente descontento por parte de la población, quienes se veían sometidos a abusos en los cuales no podían defenderse al no tener voz ni voto tanto en la política como en la reclamación de derechos. Se desarrolló en la isla de Cuba, que entonces era una colonia española. Para la fecha, España había perdido la mayor parte de las colonias que había conquistado en América. Solo quedaba bajo su dominio Filipinas, Puerto Rico y Cuba.

José Martí fue uno de los principales alentadores del movimiento independentista. Luego de organizar en los Estados Unidos las estrategias libertarias, volvió a Cuba, donde se estaba gestando un levantamiento conocido como El Grito de Baire, el cual fue un levantamiento alzado de 35 poblaciones en el oriente de Cuba.




Estados Unidos envió apoyo en el barco acorazado Maine, el cual se situó en las costas de la Habana. Tras una explosión registrada dentro del barco, se presentó una discordia, en la que Estados Unidos acusó a España de sabotaje a la embarcación, lo que sirvió de excusa para intervenir en el conflicto declarándole la guerra a España, que significó la pérdida de Cuba como una de sus colonias más ricas y con ubicación económica estratégica. Durante esta guerra, perdieron la vida unas 120.000 personas, además de pérdidas materiales. Aunque la guerra había acabado en el año 1898, Cuba se mantuvo bajo control de Estados Unidos hasta 1902. Tras la pérdida de gran parte de su flota naval, España se vio incapaz de defender otras colonias tales como Filipinas, Puerto Rico y Guam, las cuales tuvo que ceder a los Estados Unidos tras firmarse el Tratado de Paris entre las dos naciones el 10 de diciembre de 1898.


PLUS ULTRA (HIDROAVIÓN)

El Plus Ultra fue el primer hidroavión que realizó un vuelo entre España y América, partió el 22 de Enero de 1926 del Muelle de Calzadilla en Palos de la Frontera (Huelva) con destino a Buenos Aires, llegando el 10 de febrero de ese mismo año.

El Plus Ultra en el Puerto de Palos

El Plus Ultra siguió la misma ruta que tomaron los aviadores portugueses Sacadura Cabral y Gago Coutinho en la primera travesía aérea del Atlántico sur que iba de Lisboa a Río de Janeiro en 1922.

Trayecto del Plus Ultra

Los tripulantes del hidroavión Plus Ultra fueron el comandante Ramón Franco, el capitán Julio Ruiz de Alda, el teniente de navío Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada, todos ellos eran españoles.




sábado, 13 de junio de 2020

CAUSAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

La historiografía que podíamos denominar de la derecha,supuso el primer gran enfoque serio sobre el origen de la Guerra,fue la destrucción de la legalidad constitucional por parte de quienes la habían impuesto unilateralmente (la conjunción jacobina y revolucionaria) ejercida tanto desde el gobierno como desde la calle contra una masa de católicos y gente de "orden",lo que originó la guerra,y no la que destruyó la legalidad democrática república.

Entre los años 30 y la mitad de los 70,un grupo de militares, instrumento de las capas más poderosas y  reaccionarias del país (la oligarquía),se alza contra un régimen democrático legítimo y avanzado que es defendido por las organizaciones populares,provocando una guerra civil que al final ganan gracias a la ayuda nazi y fascista. La fuerza de este enfoque la llamaban "progresista".
En resumen,la guerra se plantea como una pugna entre democracia y fascismo.

Con la historia de la guerra civil apareció la corriente revisionista. Su metodología,basada en la apertura de nuevos archivos y sobre todo en las propias fuentes de la izquierda,utilizados para sostener que fue ésta la que principalmente buscó con ahínco la guerra como medio para llegar a la utopía.
Los revisionistas critican sobre todo al enfoque marxista al que acusan de violentar las causas de la guerra que se ajustaban  al modelo de explicación de la lucha de clases.
Fue sobre todo la acción de los grupos jacobinos y revolucionarios, cuyos únicos puntos en común era la destrucción de la monarquía y de la religión católica,lo que ocasionó el desplome del sistema de Restauración.

El mensaje revolucionario es el factor que impulsa a la insurrección incluso allá donde no hay pobreza.
No son los problemas(el problema agrario)los que determinan las catástrofes,sino las soluciones que se le dan.

Se considera la guerra como el resultado del encontronazo de dos extremos,el autoritario de la derecha y el revolucionario,y no de la democracia contra el fascismo,como ha sido lo habitual en todos estos años.
Visiones que vamos a llamar moralistas,neutralistas y sentimentales.

domingo, 10 de mayo de 2020

FRANCO ELEGIDO GENERALÍSIMO

El decreto número 138 de la Junta de Defensa Nacional firmado el 29 de septiembre de 1936 y publicado al día siguiente en la zona dominada por los militares sublevados nombraba a Francisco Franco jefe del Gobierno del Estado Español. En la práctica, este decreto suponía la extinción precisamente del organismo que la emitía y que había coordinado las acciones de los sublevados desde el 25 de julio. Franco a partir de ese momento lo era todo, jefe del Gobierno, del Estado, cabeza del ejército de tierra, mar y aire y como tal mando supremo de las operaciones militares contra el Gobierno del Frente Popular al que acabaría derrocando.
Palacio Episcopal de Salamanca, cuartel general de Franco

La decisión de conceder la jefatura suprema a Franco fue tomada en una reunión de los mandos militares sublevados que tuvo lugar el 21 de septiembre en uno de los barracones del aeródromo de San Fernando habilitado en una finca propiedad del ganadero taurino Antonio Pérez Tarbernero en el término municipal de Matilla de los Caños a unos 30 kms de Salamanca.


En un barracón perfectamente camuflado en medio de un campo de encinas que la aviación alemana había convertido en pista de despegue y aterrizaje, se produjo la reunión definitiva de los generales y coroneles sublevados a fin de unificar el mando en busca de una mayor eficacia en la guerra y en ausencia del en inicio líder indiscutible del levantamiento, el general Sanjurjo, fallecido en accidente de aviación. Presidió el encuentro Cabanellas, y asistieron también los miembros de la Junta, Franco, Mola, Queipo de Llano, Dávila, Saliquet, Gil Yuste, Orgaz, Montaner y Moreno Calderón. El general Kindelán, que no era miembro de la Junta, también estaba presente. Tras decidir que hacía falta nombrar un generalísimo para ganar la guerra, se pasó a elegir a la persona más adecuada. Llegado el momento de votar, los dos coroneles (Moreno Calderón y Montaner) dijeron que preferían abstenerse debido a su inferior graduación (el resto eran generales). Kindelán fue el primero en pronunciarse por Franco, y le siguió Mola; luego también votaron por él Orgaz y todos los demás. Sólo Cabanellas decidió abstenerse.
         


Kindelán hace el siguiente relato de los hechos en su libro La verdad de mis relaciones con Franco (Barcelona, 1981): 


"En la reunión matinal, que duró tres horas y media, nos dedicamos a discutir varios asuntos provistos de interés, pero que no lo tenían tanto como el mando único. Así lo manifesté por tres veces sin conseguir que pusiéramos a discusión este asunto primordial, a pesar de haber sido apoyado activamente en este deseo por el General Orgaz. Me pareció observar, con cierta desilusión, que mis propósitos no encontraban ambiente en la mayoría de los reunidos. Reanudada la junta a las cuatro de la tarde, planteé resueltamente el asunto, sin ambages ni rodeos, encontrando acogida displicente en varios vocales. Hubo la decidida y clara oposición del General Cabanellas, quien sostenía que la cosa le parecía prematura aún, y que no era imprescindible para el mando único que éste recayera en una sola persona, pues había dos modos de dirigir la guerra: por un Generalísimo o por un Directorio o Junta. Yo asentí, precisando: «En efecto, existen esos dos modos de dirigir las guerras; con el primero se ganan, con el segundo se pierden». Por fin, se puso a votación mi propuesta, que fue aprobada con el solo voto en contra del General Cabanellas, fiel a su convicción. Pasóse a votar en seguida el nombre de la persona que había de ser nombrada Generalísimo, y como, al comenzar de moderno a antiguo, los dos coroneles se recusaron como votantes, por su grado, yo, para evitar soluciones violentas y romper el hielo, pedí votar el primero y lo hice a favor de Franco, adhiriéndose inmediatamente a mi voto Mola, Orgaz, Dávila y Queipo de Llano, y sucesivamente, los demás asistentes, salvo Cabanellas, quien dijo que, adversario del sistema, no le correspondía votar persona alguna para un cargo que reputaba innecesario".


Finalizada la guerra, en 1946 volverían a recordarse los hechos, cuando la Diputación de Salamanca decidió erigir un monolito y una capilla en homenaje a Franco. La capilla dedicada a Santiago Peregrino «por expreso deseo de Franco».Se encarga al arquitecto Eduardo Lozano Lardet, con una importante obra «racionalista» en ciudades como Madrid o Valladolid, además de en la propia Salamanca, donde trabajó en la construcción del Hospital de la Santísima Trinidad y como urbanista en el diseño del ensanche. La capilla se acabó en 1949 pero no fue inaugurada hasta siete años después, concretamente hasta que en septiembre de 1956 el propio Franco regresó al antiguo aeródromo de San Fernando para conmemorar sus 20 años como jefe de Estado.

En la actualidad, la ermita se encuentra en ruinas, con el interior vacío, sin puertas ni cristaleras y con el techo a punto de derrumbarse. Del barracón en el que se eligió a Franco jefe absoluto y en el que se ubicó el monolito, solamente queda un espacio de piedras. 

ASEDIO AL ALCAZAR DE TOLEDO



El asedio del Alcázar de Toledo fue una batalla de gran valor simbólico que ocurrió en los comienzos de la guerra civil española. En ella se enfrentaron fuerzas gubernamentales compuestas fundamentalmente por milicianos del Frente Popular y Guardias de Asalto contra las fuerzas de la guarnición de Toledo, reforzadas por la Guardia Civil de la provincia y un centenar de civiles militarizados sublevados contra el Gobierno de la República. Los sublevados se refugiaron en el alcázar de Toledo, entonces Academia de Infantería, Caballería e Intendencia, acompañados de sus familias. Las fuerzas republicanas empezaron el asedio sobre el fortín de los sublevados el 21 de julio de 1936 y no lo levantarían hasta el 27 de septiembre, tras la llegada del Ejército de África al mando del general José Enrique Varela, haciendo Franco su entrada en la ciudad al día siguiente.



Toledo, en armas
Tras el Alzamiento, fueron muchas las ciudades en las que se generalizaron los combates callejeros. Una de ellas fue Toledo, donde se destacaron varios enfrentamientos entre grupos armados y las fuerzas del orden. Tal era la situación y la falta de información que, el 18 de julio, el comandante militar de Toledo y coronel director de la Escuela Central de Gimnasia, José Moscardó, decidió viajar a la capital para tratar de discernir lo que estaba ocurriendo en el país:

«El coronel Moscardó se había trasladado a Madrid con intención de recabar información sobre la situación en el mando de la División Orgánica a la que su comandancia militar pertenecía; en aquellos días preparaba además el coronel (…) la marcha de algunos atletas y la suya propia a la olimpiada que pronto comenzaría en Berlín. Regresado durante la tarde a Toledo, ya conocedor del levantamiento del Ejército de África y del confuso y violento ambiente que reinaba en Madrid, donde pudo ver por la calle civiles armados, acudió a su comandancia y ordenó el acuartelamiento de la escasa guarnición», explica el escritor y experto en historia Francisco Martínez Canales en su obra « Toledo 1936. Asedio y liberación del Alcázar », de la colección « Guerreros y batallas » editada por « Almena »

Sin ambages, el coronel decidió apoyar la sublevación y resistir en Toledo hasta el último hombre. No obstante, en principio prefirió no dar cuenta de ello al gobierno republicano, pues sabía que necesitaba de todo el tiempo disponible para reunir la mayor cantidad de hombres y armamento posibles. 

Pero... ¿por qué Moscardó decidió plantar cara a la República gobernada por el Frente Popular? Realmente es difícil saber que rondaba por la mente de este experimentado militar de, entonces, 58 años. Lo que es cierto es que el coronel tuvo varios desencuentros con el gobierno de Azaña, el cual eliminó los ascensos de muchos oficiales (entre los que se encontraba él) para evitar la saturación de mandos que se cernía sobre el ejército español. Aunque luego recuperó su cargo por antigüedad, parece que al oficial no terminó de gustarle del todo aquel atropello.

Fuera por ello o no, a mediados de julio Moscardó inició los preparativos para aprestarse a la defensa. Su primer objetivo fue hallar un edificio que sirviera como último resguardo en caso de que la ciudad fuera tomada. Sin dudarlo dos veces se decantó por el Alcázar de Toledo, una fortaleza de muros gruesos capaz de resistir cientos de disparos y que, además, estaba ubicada en una posición privilegiada que permitía a sus defensores controlar casi la totalidad del terreno colindante.
Vista del Alcázar antes del asedio

Efectivos para el combate

Una vez seleccionado el refugio, Moscardó llevó a cabo un recuento de los hombres a sus órdenes. El número final era, cuanto menos, insuficiente, pues disponía de unos 410 soldados de la guarnición de Toledo, 110 milicianos, y 90 hombres de diferentes procedencias. Pero, para su regocijo, a sus escasos efectivos se unieron también cuatro compañías de la Guardia Civil que, atendiendo a un plan secreto de actuación del teniente coronel de la benemérita Pedro Romero Bassart, se habían concentrado en los últimos meses junto a sus familias en la ciudad con la intención de refugiarse en el Alcázar.

De esta forma, el coronel pudo reunir en total unos 1.300 efectivos pobremente armados. «Moscardó disponía de un total aproximado de 1.200 fusiles y mosquetones, dos piezas de artillería de montaña de 7 cm, con sólo 50 proyectiles; 13 ametralladoras Hotckiss de 7 mm, 13 fusiles ametralladores de la misma marca y calibre, y dos morteros Valero de 50 mm con 50 proyectiles. A ello añadir 250 granadas de mano Laffite, 25 granadas de mano incendiarias y unos 200 petardos pequeños de trilita», añade el experto en su libro «Toledo 1936. Asedio y liberación del Alcázar». A su vez, en el edificio también se guarecieron más de 600 civiles entre mujeres y niños.

¡La munición no sale de Toledo!
Mientras Moscardó ultimaba los preparativos para su pequeña rebelión toledana recibió una llamada de la República, cuyos responsables aún desconocían sus intenciones e, incluso, seguían creyendo en su lealtad. Concretamente, se hizo saber al coronel que debía enviar a Madrid –en manos gubernamentales- toda la munición guardada en la Fábrica Nacional de Armas de Toledo.El oficial, que no tenía ninguna intención de deshacerse de esta valiosa carga, inició entonces un imaginativo juego en el que, durante tres días, inventó varias y variopintas excusas para evitar que la munición abandonara Toledo. De esta forma, Moscardó pretendía conseguir todo el tiempo que fuera posible antes de declararse en rebeldía. La mascarada duró hasta el 21 de julio, momento en que, después de que fueran descubiertas sus intenciones, se dirigió a la plaza de la ciudad para hacer oficial el estado de guerra. Es decir, la declaración de que la el gobienos frentepopulista era ahora el enemigo a batir. Desde ese momento ya no valían los preparativos ni las jugarretas, pues las tropas gubernamentales no tardarían en llamar a la puerta del Alcázar para conseguir la munición que reclamaban desde hacía varias jornadas.

Llega Riquelme
El mismo día de esta proclamación Moscardó dio órdenes de tomar posiciones alrededor de toda la ciudad. No obstante, los defensores tuvieron finalmente que retirarse hasta el Alcázar después de conocer que había sido enviada una columna gubernamental desde Madrid. De esta forma, las tropas republicanas pisarían definitivamente la ciudad toledana después de acabar con la sublevación que se había vivido en la capital.

Antes de su llegada, los sublevados tuvieron tiempo de llevar hasta el Alcázar los 700.000 cartuchos alojados en la Fábrica de Armas de Toledo, algo que les garantizaba disponer de munición durante un largo asedio. Por su parte ya no podían hacer más, así que se prepararon para defender la fortaleza a toda costa.

El coronel no rindió el Alcázar a pesar de las amenazas contra su hijo. Por su parte, y bajo la férrea premisa de acabar con la sublevación de Moscardó, llegó a la «Ciudad imperial» una columna republicana formada por unos 1.600 soldados acompañados por varias piezas de artillería de 105 mm y algunos vehículos blindados. Al mando de la misma se encontraba el general José Riquelme , un militar dispuesto a hacer valer su experiencia para terminar de una vez por todas, y lo más rápidamente posible, con aquella resistencia.

Con todo, y después de tomar algunas posiciones tácticamente determinantes, el general republicano trató en un principio de lograr la rendición de Moscardó apelando a su racionalidad. «Moscardó recibió varias llamadas telefónicas conminándole a la rendición y entrega de las municiones. De las últimas recibidas destaca la del propio (…) Riquelme, quien llamó desde Toledo preguntándole qué motivos había para la actitud adoptada contra el gobierno de la República, contestando Moscardó que la República estaba ahora en poder del marxismo y que consideraba deshonrosa e indigna la orden de entregar a las milicias rojas el armamento de los caballeros cadetes», añade Canales en su obra, editada por «Almena».

Ficha en dibujo del asedio al Alcázar de Toledo

«Di un viva a España y muere como un hombre»

Apenas un día después de que se produjera esta conversación, el 23 de julio, se vivió en el Alcázar uno de los episodios más famosos y difundidos a lo largo de la historia. En un intento de empujar a los defensores a abandonar la fortaleza, el jefe de milicias de Toledo contactó por teléfono con Moscardó para informarle de que tenía preso a su hijo Luis e informarle de que, si no rendía el Alcázar en diez minutos, el joven sería fusilado.

Al parecer, y según recogen los investigadores e historiadores Alfonso Bullón de Mendoza y Luis Eugenio Togores en su obra «El Alcázar de Toledo. Final de una polémica», Luis cogió el teléfono para demostrar a su padre que había sido capturado. Sin embargo, lejos de pensar en rendir su posición, Moscardó le respondió: «Si es cierto (que te van a fusilar) encomienda tu alma a Dios, da un viva a Cristo Rey y a España y serás un héroe que muere por ella. ¡Adiós, hijo mío, un beso muy fuerte!». Con todo, finalmente las tropas republicanas no materializaron sus amenazas y optaron por arrestar al joven.

Tras las intentonas republicanas de rendir el Alcázar sin combatir, empezó el sitio. Ya no había cabida para la paz y, como era de esperar, Riquelme ordenó el constante bombardeó de la fortaleza mediante la artillería de 105 mm y cuatro nuevas piezas de 155 mm. A partir de aquella jornada, raro fue el día en que los sitiados no recibieron decenas de descargas.


Las duras condiciones del asedio
Por su parte, los defensores tuvieron que hacer frente a la escasez de víveres, algo que les obligó, por ejemplo, a tener que matar a sus caballos para poder llevarse a la boca algo de carne. Al menos, eso es lo que ha quedado recogido en el «El Alcázar», un panfleto que, editado dentro de la fortaleza, era repartido a diario entre los defensores para mantenerles informados de lo acaecido el día anterior y elevar su moral.

«Anteayer, por la tarde, comimos un excelente estofado de carne de caballo, excelente en condimentación y en sí; carne sustanciosa y jugosa de blandura casi similar a la ternera fue despachada con júbilo y reconocimiento hacia los autores de la idea; nos dicen que escasísimos elementos, llenos de algún prejuicio imaginativo, tuvieron algún reparo; nada más lógico; el caballo es animal limpio y pulcro, al extremo de que ni come, ni bebe nada que no esté en las mejores condiciones; el género de alimentación, exclusivamente vegetal, hace que nada pueda justificar aquellos prejuicios; las condiciones de sabor y alimentación (valor nutritivo), superan las de la raza bovina; el aspecto natural es también mejor que el de las clases comunes de carne», explica el número de «El Alcázar» entregado a los defensores el 29 de julio.

El pequeño diario era utilizado además por Moscardó para dictar nuevas normas entre sus hombres: «También nos indican que se ponga cuidado en la provisión de agua, no cometiendo, si no abusos que nadie los comete, dispendios para otros menesteres que no los de la bebida; entendemos que dado el buen espíritu de todos será atendido ese requerimiento oficioso de un mando que siempre quiere ser paternal, pero que sabe ser militar y enérgico cuando las circunstancias lo requieren» se destaca también en el panfleto del 29 de julio.

A pesar de todo, y según declararon posteriormente varios supervivientes, la comida empezó a escasear rápidamente, lo que obligó a reducir repentinamente las raciones de carne a la mitad y racionar el agua a un único litro por persona al día. No obstante, algunos defensores llevaron a cabo diferentes salidas en las que consiguieron «requisar», sobre todo, trigo. Más que de alimentos, los sublevados se nutrían de la esperanza de que el Ejército de África –al mando del general Varela-, llegara hasta Toledo y les liberara.

Agosto, el mes del ingenio
Con el paso de las semanas, la situación se fue poniendo cada vez más fea para los dos bandos. Y es que, por un lado, los asaltantes sabían que las tropas de Franco podían caer sobre ellos si no acababan con el asedio rápidamente y, por el otro, a los defensores empezaban a escasearles varios productos de primera necesidad. De hecho, en aquellas jornadas más de dos docenas de soldados a las órdenes de Moscardó decidieron capitular y entregarse a las tropas asaltantes.

Mientras, los disparos de la artillería seguían resonando día tras día sobre las murallas del Alcázar como si se trataran de una siniestra banda sonora, aunque sin provocar muchas bajas. De hecho, Moscardó tuvo que hacer uso de su panfleto diario para establecer unas normas básicas de higiene, pues sabía que las enfermedades podían ser una de las pocas causas que acabaran con sus tropas.

«Se nos ruega que hagamos unas ligeras indicaciones sobre motivos de higiene (…) Precisa un celoso cuidado el no realizar las evacuaciones fuera de las letrinas; todos debemos erigirnos en vigilantes y propugnadores de esta medida elemental de higiene, que de no adoptarla a rajatabla tendría consecuencias funestas e incalculables con respecto a la salud de todos, mucho más temibles que las que puede originar el fuego enemigo, y las razones son tan elementales y claras que no vale la pena enumerarlas», señalaba el diario «El Alcázar» del 3 de agosto.

Los republicanos, por su parte, y a sabiendas de que la toma del Alcázar de Toledo suponía dar una imagen de poder a nivel internacional, trataron por todos los medios de acabar con los hombres de Moscardó. Así, durante este mes intentaron, entre otras cosas, incendiar el edificio, volar la cocina de la fortaleza para evitar que se pudiera hacer la comida e, incluso, lanzar gases lacrimógenos contra los sublevados.

«Al parecer, llegaron a Toledo en estos días dos representantes franceses de una empresa de productos químicos (gases de guerra, según dice literalmente el informe de la Columna de Toledo) que había ofrecido al gobierno de la República su empleo como posible solución al asedio al Alcázar», destaca Canales en su obra. Para desgracia republicana, ninguna de las ideas dio sus frutos.

Pero, lejos de desmoralizarse, los sublevados pronto renovaron sus ánimos, pues recibieron mediante un correo aéreo varias cartas de Francisco Franco informándoles de que pronto serían liberados. Instados a la defensa, los soldados ocuparon sus posiciones con más esperanzas que nunca.

Finalmente, y ante la imposibilidad de tomar la fortaleza por la fuerza, la República decidió en Consejo de Ministros iniciar la construcción de dos minas bajo el Alcázar. La idea gubernamental consistía, concretamente, en llenar de explosivos los conductos subterráneos para volar el edificio en su totalidad y, así, acabar de una vez por todas con la resistencia de los hombres atrincherados en su interior. A su vez, se intensificó el cañoneo sobre el Alcázar, cuya fachada norte, muy debilitada, terminó derruyéndose.

Una mala explosión
Con la llegada de septiembre los defensores contaban ya los 41 días dentro del Alcázar, sin duda un largo período tanto para los nacionales como para las tropas gubernamentales. Estos últimos parece que decidieron cambiar de estrategia con el comienzo del nuevo mes pues, antes de detonar las cargas explosivas que habían preparado, enviaron a un emisario para tratar, por última vez, de convencer a los hombres de Moscardó de rendir la fortaleza.

Este cometido fue puesto en las manos de Vicente Rojo, el cual no solo no consiguió que se rindiera el Alcázar, sino que volvió a la base con una petición de Moscardó. En ella, el coronel solicitaba a los oficiales republicanos el envío de un sacerdote para que bautizara a dos niños que habían nacido durante el asedio y diera una misa en la fortificación. El elegido fue el padre Camarasa quien, a sabiendas de que los sitiadores pretendían volar el edificio, les absolvió de sus pecados antes de partir.

Cuando el 18 de septiembre acabaron los trabajos de construcción de la mina, todo era optimismo entre los republicanos. Tal era la confianza en el plan de asedio que el mismísimo presidente del Gobierno Largo Caballero acudió a ver la operación. Y no fue sólo, sino que llevó consigo a un gran séquito de periodistas internacionales para que, en primera persona, advirtieran como la República acababa con aquella sublevación.

«Las gestiones para lograr la rendición de los sitiados, o al menos la evacuación de mujeres y niños habían sido infructuosas, el Ejército Expedicionario de Varela avanzaba por el Tajo… el viernes 18 de septiembre de 1936, tras media hora de bombardeo artillero, a las 6:31 de la mañana una mano desconocida activó el mecanismo eléctrico que produjo la explosión junto a los sótanos del Alcázar de dos minas cargadas con aproximadamente 2.500 kilos de trilita cada una de ellas», añade el autor español en su obra.



El asalto final

Unos segundos después de accionar las palancas de los detonadores, una ensordecedora explosión encogió los corazones de todos los allí presentes. Tras disiparse el humo, los asaltantes observaron que el torreón suroeste y la fachada oeste habían quedado convertidas en una pila gigantesca de escombros y cenizas. Era el momento de hacer sangrar a los sitiados.

Después de la explosión, comenzó un asalto masivo por parte de 4 columnas republicanas (unos 2.500 soldados). Sin embargo, lo que no sabían las tropas gubernamentales es que se dirigían a una trampa mortal provocada por la explosión que ellos mismos habían llevado a cabo.

Fue un desastre. La primera columna, la cual pretendía avanzar por el lugar en el que habían hecho explosión las minas, se encontró con que la detonación había creado un gigantesco cráter casi impracticable. Sus vidas estaban sentenciadas ya que, en cuanto intentaron atravesar esta gran abertura, fueron tiroteados a placer desde la parte superior de las ruinas del Alcázar.

Tampoco tuvieron demasiada suerte las tropas que trataron de asaltar la zona sureste y oeste del edificio, pues recibieron una ingente cantidad de fuego de fusilería por parte de los defensores. Únicamente las fuerzas que atacaron la fachada norte lograron poner los pies sobre el suelo del Alcázar, pero, ante la falta de refuerzos, terminaron cayendo frente a los sublevados en un sangriento intercambio de balas. Ni siquiera los vehículos blindados pudieron modificar el resultado de la batalla, pues los escombros redujeron drásticamente su capacidad de movimiento.

A las pocas horas, una vez que se disipó el humo de la artillería y los fusiles, el panorama era dantesco. Y es que, aunque los defensores habían considerables bajas (aproximadamente 60) el asalto no había conseguido su objetivo. Tras el catastrófico asedio, los republicanos volvieron a su plan original: bombardear con artillería el Alcázar hasta reducirlo a cenizas.

Llega Varela
No obstante, la situación había tomado ya un rumbo inamovible y, aunque en los días posteriores los republicanos trataron de asaltar el Alcázar, fueron rechazados de nuevo. Finalmente, y después de decidir desviarse a costa de no presionar Madrid, las tropas de Varela llegaron a las inmediaciones de Toledo el día 28 y, para felicidad de los sitiados, liberaron la fortaleza.

Mientras, las tropas gubernamentales decidieron retirarse para evitar ser atrapadas entre dos fuegos. Había acabado la batalla por el Alcázar de Toledo, y lo había hecho con más de 90 fallecidos por el bando nacional y una cantidad imposible de cuantificar por parte del ejército gubernamental.

Después de la liberación se vivió, al parecer, el último suceso destacado y que aún resuena en el imaginario colectivo. Cuando Varela visitó las ruinas del edificio que había cobijado a los sublevados durante más de 70 días, Moscardó no lo dudó e informó con la siguiente frase: «Mi general, sin novedad en el Alcázar». Por este heroico se le concedería a Moscardó la más alta condecoración española al valor, la Cruz Laureada de San Fernando.

El general Moscardó,  aún con barba, refiere a Franco y al general 
Varela -en el centro- los detalles del asedio al Alcázar de Toledo. 

LAS BANDERAS Y LEMAS DE LA GUERRA CIVIL

Como en todos los conflictos las banderas y lemas jugaron un papel fundamental en la Guerra Civil española en ambos bandos, pues a su carácter de símbolos aglutinantes e identificativos de grupo se unió su función de elevar la moral de la tropa en conjunción con los respectivos himnos y canciones.

Aunque se tiene una visión muy homogénea de los dos bandos que se enfrentaron en la guerra, la realidad es que los distintos grupos y partidos que componían cada uno mantuvieron cierta autonomía, al menos nominalmente, como demuestran permanencia de las banderas y lemas de todos ellos. Bien es cierto que esto fue mucho más acusado en el llamado bando republicano, pues en el nacional, tras el Decreto de Unificación de 1937, todo quedó subordinado a la autoridad militar y la enseña bicolor adquirió una preeminencia indiscutible. Por el contrario, en el bando republicano, aunque nominalmente la bandera tricolor era la aglutinante de las distintas facciones, cada grupo político o regional primó hasta el final sus propios signos partidistas. Veamos resumidamente algunos de los más significativos de todos de los componenetes de ambos contendientes.


CARLISTAS. DIOS, PATRIA, REY.
Los carlistas fueron uno de los principales sustentos del Alzamiento del 18 de julio, especialmente en la Navarra que se sublevó y puso a las órdenes de Emilio Mola. Se calcula que unos 60000 voluntarios requetés (milicia paramilitar carlistas) participaron en la Guerar al lado de Franco. «Dios, Patria, Rey» fue el lema triádico del carlismo, que sintetiza su aspiración de una monarquía católica y tradicional. El lema se hizo popular en la Marcha de Oriamendi, himno carlista a partir de la década de 1930 cuya letra comienza con las palabras «Por Dios, por la Patria y el Rey». Su origen se remonta a la batalla de Oriamendi (1837) con letra original en vascuence.
Respecto a su enseña, el carlismo mantuvo la cruz roja de San Andrés propia sobre paño blanco, aunque casi siempre asociada a la bicolor bandera nacional. Tampoco serían infrecuentes las que mostraban el Sagrado Corazón de Jesús o una combinación de todas. En cualquier caso, los signos religiosos, en especial la cruz cristiana, fueron seña de identidad del carlismo.
El trilema carlista en un sello emitido
durante la T
ercera Guerra Carlista (1875)
Requetés de San Millán de la Cogolla



FALANGISTAS. ARRIBA ESPAÑA.

El otro pilar político fundamental del Alzamiento Nacional fue la Falange. Este partido político, de inspiración fascista, fue fundado en 1933 por Jose Antonio Primo de Rivera. Un año después  se fusionó con las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS), fundadas por Onésimo Redondo y Ramiro Ledesma Ramos, entre otros. El nuevo partido paso a denominarse Falange Española de las JONS (FE de las JONS). Su lema e identificativo entre camaradas fue "Arriba España" y en sus banderas, de color rojinegro, figurarían los símbolos heráldicos personales de los Reyes Católicos, el yugo y las flechas. La impronta falangista fue muy fuerte en los promeros años del régimen franquista, aunque bastante ahormada al nuevo sistema político tras el Decreto de Unificación de 1937. El yugo y las flechas también se incorporó al escudo de la bandera nacional durante el periodo franquista. Saludo a la romana y bandera compartieron protagonismo con su himno, el Cara al Sol.


        
      Bandera de Falange Española
                                  


La fusión de los símbolos carlistas y falangistas con los propiamente nacionales (bandera e himno), aunque con la superioridad de estos, y la omnipresencia del catolicismo, constituirán la esencia del nuevo régimen implantado por Franco. Tal vez nada lo simbolice mejor que el triple himno, vigente de 1938 a 1945 en los cierres de emisión de RNE. 

En el llamado bando republicano, las fuerzas políticas también fueron muy heterogéneas. En todos los partidos y sindicatos de inspiración marxista, la simbología, tanto en lemas como banderas, se inspiró en la Rusia soviética, objeto de fascinación desde 1917. Sólo los pequeños partidos republicanos de izquierdas, cada vez más insignificantes, buscaron sus modelos en la Francia revolucionaria de 1789, poniéndose de moda entre ellos "La Marsellesa" o los eslóganes "Libertad, Igualdad, Fraternidad", así como el gorro frigio.  La atracción por la URSS se evidenció con la unificación de las juventudes del PSOE y PCE a nivel nacional o con la fusión en Cataluña de socialistas y comunistas en el PSUC. Así, incluso en los marxistas independientes del POUM, la parafernalia soviética de saludos y banderas rojas acabó imponiéndose. La hoz y el martillo y la estrella de cinco puntas estuvieron omnipresentes en todos ellos, así como el saludo puño en alto, o los lemas UHP (Uníos Hermanos Proletarios), "Salud y República" o, includo "Viva Rusia". También fueron corrientes el "No Pasarán" o el tildarse de antifaccista en consonancia con las directrices de la Komintern, y las versiones españolas de "La Internacional"

         


SOCIALISTAS. UGT.
                

COMUNISTAS. JUVENTUDES Y PARTIDOS UNIFICADOS.

ANARQUISTAS. FAI. CNT.
Mortales enemigos de los marxistas al anteponer la revolución a cualquier otra consideración, compartieron con la Falange los colores rojinegros de sus banderas. Sus lemas siempre aludían a la tríada Libertad, Tierra y Revolución.

NACIONALISTAS VASCOS Y CATALANES.
Tanto unos como otros vieron en la guerra la oportunidad de hacer realidad sus aspiraciones de construir un estado propio. De ello se queja continuamente el presidente de la Republica, don Manuel Azaña. Por ello lemas y banderas empleados buscaron acrecentar el sentimiento identitario de esas regiones gobernadas por el PNV y Esquerra Republicana-Estat Catalá. Los lemas como "Gora Euzkadi" o "Visca Catalunya" se generalizaron contraponiéndolos al "Arriba España" del otro bando, buscando la apariencia de contraposición entre dos países distintos. Ikurriñas y esteladas fueron paulatinamente suplantando a la bandera oficial republicana.
                  

viernes, 8 de mayo de 2020

CANCIONES DE LA GUERRA CIVIL

Las canciones de la guerra civil Española fueron parte fundamental de la propaganda de la época, escritas con profusas referencias para llegar de manera fácil y clara a la comunidad. Mientras algunas fueron creadas para la guerra, también se adaptaron:
  • Nuevas letras.
  • Poemas.
  • Texto a melodías tradicionales. 
Difundidas rápida y eficientemente por la transmisión oral, de una gran parte de ellas se desconoce su autoría aunque en su órigen fueran escritas por poetas y compositores reconocidos.


Durante el conflicto, fueron cantadas por los simpatizantes y combatientes de ambos bandos, conocidos como republicanos partidarios del Frente Popular y la II República Española, y los nacionales Ejercito sublevados comandados por el general Francisco franco.
Francisco Franco

Muchas de ellas aún se interpretan y permanecen en la memoria colectiva de los españoles, y su alcance internacional también es notable.

Estas canciones servían para levantar la moral en las trincheras y las barricadas urbanas, para difundir mensajes ideológicos, dar motivos y razones para la lucha, potenciar el sacrificio. Fueron entonadas por los integrantes de las Brigadas internacionales y de las distintas tendencias ideológicas:
  1. Anarquistas
  2. Socialistas
  3. Comunistas
  4. Liberales
  5. Republicanos
  6. Falangistas
  7. Nacionalistas
  8. Católicos
  9. Carlistas entre los sublevados.
Para identificarse mutuamente según la colectividad de origen o la afinidad política externamente entre bandos e internamente entre dacciones del mismo. 

Fueron una de las variadas herramientas utilizadas con el mismo objetivo, aunque sin duda una de las tres más destacadas junto a la carteleria y el cine.

En esta relación permanente entre la música y la sociedad, las guerras ocupan un lugar de honor. Casi todas las guerras y revoluciones se hacen al son de cánticos y música.  
En una época en la que la propaganda estaba en todas partes, en la que cualquier medio de expresión era útil para infundir en los combatientes y en la retaguardia una moral de victoria que ayudara a ganar la guerra, la música también cumplió su papel.
Medios de expresión:
  • Prensa
  • Radio
  • Cine
  • Carteles
  • Teatro
  • Poesía
La descompensación entre la efectividad y la calidad de la música en ambas zonas fue evidente y se puede apreciar con el paso del tiempo. En la zona sublevada imperaron las canciones de carácter militar, y sólo algunos como los Falangistas crearon sus propias composiciones en las que se hacían algunas referencias al trancurso de la guerra.

La falange española fue un partido político español de ideología falangista, fundado el 29 de octubre de 1933.

José Antonio Primo de Rivera

 
Los himnos

En los cancioneros nacionales y republicanos se pueden encontrar diversas tipologías de himnos, identificadores de los diferentes colectivos presentes en cada bando. Algunos de estos himnos, anteriores a la contienda, cobraron valor durante la Guerra Civil, otros fueron compuestos durante el conflicto bélico en busca de establecer una composición sonora representativa que hiciese las veces de aglutinante en unos bandos heterogéneos. 

Los himnos suelen tener un carácter simbólico, en un tono habitualmente elevado, con el que ensalzan los valores del grupo al que representan.


El impulso institucional

Dentro de la enorme labor educativa que la república desarolló durante su corta existencia, la música estuvo presente desde el principio. el 21 de julio de 1931 se creó la Junta Nacional de Música y Teatro líricos, en la que estaban representados algunos de los compositores más prestigiosos de la época
  1. Manuel de Falla
  2. Joaquín Turina
  3. Conrado del campo
  4. Salvador Bacarisse
  5. Ernesto Halfter
Un decreto publicado el 15 de septiembre pretendía ya poner en marcha toda una serie de actuaciones necesarias para reordenar la vida musical española en todos sus apartados, desde la incentivación de la creación hasta la enseñanza musical, pasando por la investigación musicológica, junto con la creación de orquestas y teatros, así como la base de un entramado para la difusión. Las misiones pedagógicas, en su tarea de difusión de la cultura en las zonas rurales del país, contaron entre otro materiales con discos con música clásica y con grabaciones del cancionero tradicional español realizadas por el coro de las misiones dirigido por Eduardo Martínez Tomer, quien también era el encargado de recopilar las canciones tradicionales. En cada pueblo al que acudían las Misiones se dejaba una pequeña biblioteca, y en ocasiones, un gramófono con un pequeño lote de estos discos.


Gramófono.

La accidentada vida de la república no permitió que estos esfuerzos cristalizaran en realizaciones prácticas consolidadas, y el estallido de la Guerra Civil acabó en buena parte con estos propósitos de revitalización de la música culta y de su difusión al pueblo, que fueron sustituidos o al menos desplazados por la necesidad de una música con finalidad propagandística al servicio de la causa republicana.

Conclusiones

Como en cualquier otra guerra civil, cuando el proceso institucionalizador de un régimen se dirime de forma violenta, en España entre 1936 y 1939 la música de ambos bandos afloró por igual a la superficie, actuando como elemento de refuerzo de los sistemas imperantes en los dos territorios en que había quedado dividido el país. Pero uno de los bandos se impuso, y su música también. Desde 1939, comenzando por el chotis ya hemos pasao de Celia Gaméz.





Recién acabada la guerra, la música sirvió para transmitir a los españoles la visión que el franquismo tenía del país. Una visión que, en lo esencial, acabó siendo la de la sociedad tradicional, militarista, clerical y nostálgica de antiguas glorias imperiales, que había prevalecido hasta 1931 salvo raros intervalos de tiempo. Y esta función de refuerzo del sistema permanecería en exclusiva hasta que, a partir de los años sesenta, los cantautores iniciaran una nueva corriente de oposición. 
Mientras tanto, la música del bando republicano compuesta y cantada durante la Guerra Civil, obligada a sumergirse tras la derrota, parecía destinada a  perderse para la historia como había ocurrido con tantas canciones que habían sido la banda sonora de rebeliones y revoluciones anteriores. Sorprendentemente no ocurrió así. Muchas coplas y muchas variantes de canciones populares desaparecieron, pero las grabaciones y las recopilaciones impresas que comenzaron a editarse ya en plena contienda contribuyeron a crear el concepto de cancionero de la Guerra Civil. Y este cancionero, de raíz mayoritariamente tradicional, dio pronto la vuelta al mundo y perduró con los años, tanto en la memoria de los vencidos como en los sectores progresistas del resto del planeta. Ya a finales de los años treinta se hicieron internacionales las versiones cantadas por el alemán Ernst Busch y por norteamericanos como Woody Guthrie o Pete Segger. En los años setenta, el chileno Rolando Alarcón o el mexicano Oscar Chávez grabaron discos monográficos a partir de este cancionero. 

Cuando se recuperó la democracia en España, el Coro Popilar Jabalón publicó varios discos de himnos y canciones, mientras comenzaban a rescatarse las grabaciones más antiguas. Y aún hoy, setenta años después del incio de la guerra, hay grupos que graban nuevas versiones de estos  temas con arreglos,digamos, alejados de los tradicionales.